martes, 4 de mayo de 2021

La estructura demográfica, indicadores paleo demográficos

 



La estructura demográfica, indicadores paleo demográficos

 

Reseñado por Didier Lanao Rebolledo

 

Una forma de abordar los grandes cambios ambientales, sociales y biológicos de las sociedades del pasado, su nivel de adaptación y capacidad reproductora es viendo sus dinámicas poblacionales y/o demográficas. Aunque está la paleodemografía encargada del conteo de esqueletos y no de los censos, esta posee unos límites metodológicos, como el establecer un motor de cambio demográfico como la fecundidad en vez de la mortalidad, ya que la primera solo afecta la base de la pirámide poblacional, cuando la segunda a todas las edades. O la representatividad de la muestra que informe sobre el cementerio en su totalidad y no parte del mismo guiado por aspectos culturales. Incluso, una población estable sin emigraciones o inmigraciones durante el uso del cementerio o los ataques de epidemias o guerras; se le incluye, una metodología multifactorial que logre dar con el sexo y la edad sin sesgos.

El autor plantea un ejemplo como arquetipo que muestra lo contrario, El cementerio de La Jagua, dice que corresponde a casi la totalidad de las tumbas donde tuvo lugar la excavación de las lagunas de oxidación; se recuperaron restos óseos, hasta los que estaban en mal estado; que hubo una uniformidad en la temporalidad de la ocupación, entre otros aspectos. Así mismo, la información demográfica recogida según Rodríguez (2016) se basa en los siguientes datos: evaluación de la proporción de sexos, mortalidad infantil, probabilidad de muerte, esperanza de vida al nacer, fertilidad y mortalidad bruta, proporcionando información acerca de la calidad de vida de las poblaciones pretéritas.

Seguido a esta exposición, el autor construye una tabla de mortalidad como expresión de la dualidad vida/muerte. En ella se referencian el número de individuos por cohorte de edad, frecuencia, sobrevivientes por cohorte, probabilidad de muerte por cohorte, entre otros datos, que arrojaron una esperanza de vida para un niño nacido en La Jagua en épocas prehispánica de 19. 6 años, luego, en los cinco años siguientes, 23.1 años y así hasta llegar a los 28. 1 años. Esto, teniendo en cuenta las condiciones de vida por factores ambientales, sociales, hábitos nutricionales y hasta las condiciones patológicas.

Otro de los datos que expone el autor es relacional a los indicadores de fecundidad según las tendencias de crecimiento demográfico y el incremento de la vida reproductiva de las mujeres de la población. Asimismo, ejemplifica que las poblaciones sedentarias agrícolas que hubieron mejorado su producción alimenticia debido a los excedentes de los cereales, gracias a la mayor ingesta de calorías de las mujeres, la cantidad de grasa que se consume para el inicio de la menstruación y los ciclos ovulatorios fueron mejores y necesarios, logrando desplazar la menopausia, por ende, ampliar el ciclo reproductivo.

Esto realmente se constituye en un indicador de crecimiento demográfico y comportamiento reproductivo, como en el caso de la población mundial desde el Neolítico gracias a la agricultura, la alfarería y ganadería que muchos grupos pudieron introducir en sus poblaciones, a la vez que el generar excedentes agrícolas alimentando un mayor número de personas incluyendo a los niños recién destetados para sustituir la leche acortando el espacio entre partos. Debido a esta tecnología, la población mundial “creció a una tasa de 0.1% anual, con lo cual se multiplicó en 8.8 veces en comparación con el período anterior (Mesolítico) “(Marvin y Ross, 1991 en Rodríguez, 2016, p. 250).

Otro aspecto que el autor expone según las narraciones del capitán Diego de Ospina al visitar la villa de Timaná (1628-1629), se había generado un espectro de cambios en las condiciones de vida de las poblaciones indígenas agrupadas en diferentes zonas, entre esas la cuenca alta de los ríos Suaza, Guarapas, entre otras. Eran personas sometidas a maltratos, trabajos rudos sin paga alguna ni alimentación, gente desplazada, empobrecida, envejecida sin porvenir ni probabilidad de armar familia alguna y con pocos hijos para asegurar la descendencia.

El capitán organizó unos censos contabilizando 323 personas de diversas edades, más, 36 huidos que conformaban el 11.1 % de la población. Las edades del 22.9% de los censados oscilaban entre los 0-15 años, una cifra inferior en comparación al cuadro demográfico prehispánico, distinta a la cifra de 57.6% de la cohorte de 15-50 años, y la mayor de 50 representando un 19.5%, más alto que el prehispánico.

Según los indicadores de fecundidad expuestos en la Tabla 24 por el autor, la tasa específica asciende entre los 20-30 años coincidiendo con la edad promedio de las mujeres con hijas, la cual es de 21.4 años. La TBR (tasa bruta de reproducción), es de 2.1 correspondiente al número de hijas que pudieron sobrevivir tenida por cada mujer que logró llegar a los 50 años garantizando un relevo generacional para futuras mamás.

Por último, el autor explica que varios indicadores de fecundidad indígena habitantes de la villa de Timaná aseguran la reproducción biológica en épocas de patógenos introducidos en Europa por medio de organismos alimentados inadecuadamente, más la constitución de una única fuente de proteína animal, junto a los esfuerzos laborales en minas, haciendas, vaquerías y demás, que generaron un brutal efecto microbiano y en lo demográfico para los nativos.

Luego cierra exponiendo que en la Tabla 1 “los censos del Cabildo de Timaná de 1642 y 1669 se observa prácticamente la desaparición de los indígenas, que quedaban reducidos a menos de 100 al final de ese período” (Rodríguez, 2016, p. 264).


Bibliografía

Rodríguez JV, A. Ariza, G. Cabal L, F. Caldón.(2016). Vida y muerte en el sur del Alto Magdalena, Huila. Bioarqueología y cambio social. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Emgesa.

















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