martes, 16 de febrero de 2021

La antropología y lo cotidiano: La comunicación.


Foto: Gustavo Arrieta López.

La antropología y lo cotidiano: La comunicación (Calle Restrepo, Horacio)

Ficha de lectura por Didier Lanao Rebolledo

 

 

Palabras Claves: Comunicación, Diálogo Callejero, Conversación, Observación, Conducta, Cultura, Sociabilidad-Socialización, Lenguaje, Ostracismos Social.

Texto: Descriptivo. Relatado en primera persona del singular.

 

       Realmente comparto el punto de vista de Calle Restrepo en varios aspectos, excepto uno que más adelante trataré.

       Reconozco que jamás había visto la comunicación o el diálogo tan sólo como el medio que utilizamos, inconscientemente, para la socialización. Una sociabilidad más allá de conocernos y ya. Algo que cala bien hondo de ir penetrando en otros imaginarios, en otras formas de concebir el entorno llamado mundo, un macro universo donde orbitan distintas culturas, o tan sólo, costumbres y prácticas; si con las familias distintas a la nuestra nos referimos.

      La idea de la institucionalización de la costumbre de comprar el periódico responde a la mecanizada forma de vivir; referente a los que no los leen. Aquellos que sólo leen fragmentos, pues, no están obligados a hacerlo completamente, a menos que lo hagan como personas que conozco: un acto inconsciente de parecer intelectual o una persona informada.

      En cuanto al mecanismo de desinformación de los periódicos, que, según Calle, está al servicio de determinadas ideologías, obedece a la misma institucionalización y que con el tiempo se relaciona con Foucault a cerca del sujeto y el poder; en donde podemos notar el poder que tiene el lenguaje a través del acto cotidiano de la conversación, que va inoculando ideas, formas de pensar, determinando así, nuestro proceder, nuestra forma de ser. Los chismes, los rumores, las medias verdades, que empiezan con un “run-run” (murmullo), van tomando fuerza, se alojan en los pequeños grupos, luego a toda la localidad llámese barrio, vereda, vecindario, y al final de cuentas (del proceso comunicativo), ese murmullo, quizá de una sola persona no dos, es decir subjetivo, cuando está en boca y mente de toda una colectividad, se vuelve “objetividad” que no es más que un estereotipo, pasa a dañar la imagen y buen nombre de cualquier ciudadano.

       Por tal motivo, Calle Restrepo, hace énfasis en esa máscara, en esa mentira que surge en el diálogo callejero: “La palabra, este producto social, se ha hecho para mentir. La verdad es, como la palabra, un producto social” (Calle, 2004, p. 46) esto, lo puedo configurar como un silogismo:

                        P1: La palabra, este producto social, se ha hecho para mentir

                        P2: La verdad es, como la palabra, un producto social

                        C:  La verdad, siendo un producto social, se ha hecho para mentir

Podemos asegurar que nuestra vida, formada por productos sociales, es una mentira, la cual le llamamos Verdad.

       Lastimosamente, el termino Verdad, suele ser usado con ahínco en la Religión que promete paraísos, reencarnaciones, vidas en otros planetas, etc. Y todo aquel que esté congregado en una de ellas debe regirse bajo esta ley; ¿Y si no?, pues, es sometido a una reprensión semejante a un castigo. Tal fue el caso de un conocido Testigo de Jehová, que, por sostener intimidad con otro congregante, siendo novios sin casarse, fueron señalados, criticados, y finalmente, al mejor estilo de la antigua Grecia, condenados al ostracismo social. ¿Alguien dijo Hecho Social? (Durkheim, 1988)

       Pero no todo es malo dentro de esta sociabilidad. También, están los debates filosóficos, políticos, culturales, que, en su mayoría, enriquecen nuestra lógica.

        Para terminar, dos puntos, el primero: cuando, Calle Restrepo habla de la Familia, no pude evitar evocar a Halliday: “En el desarrollo del niño(a) como ser social, la lengua desempeña una función importante. La lengua es el canal principal por el que se le trasmite los modelos de vida, por el que aprende a actuar como miembro de una “sociedad” dentro y a través de los diversos grupos sociales, la familia, el vecindario, y así sucesivamente y adopta su “cultura”, sus formas de pensar y de actuar, sus creencias.” (Halliday: 18). Y segundo: siento que nuestro autor, con todo el derecho a su libertad de expresión y de conciencia, raya un poco en el sexismo cuando suelta expresiones tales como: “En una sociedad machista como la nuestra, la mujer renuncia a su vida y la pega como un vagón más al tren de vida de su marido.” O esta “Al casarse la mujer entra en una relación de dominación que la deshumaniza” me parece sumamente extremista, y muy generalista. Entiéndase el sexismo como esa práctica y actitud discriminatoria que infravalora a las personas por razones de sexo biológico o hace distinción alguna, del cual se asumen características y comportamientos que se espera, las mujeres y los hombres, actúen cotidianamente. Y lo curioso es que lo haga él que sabe que el lenguaje estructura formas de pensar, que, a su vez, estructura el actuar. Estaría aportando al abismo que hay entre los géneros; claro está, sin desmeritar toda la amplia labor que hizo en su trabajo de campo.

 

Bibliografía

Calle Restrepo, Horacio. (2004). LA ANTROPOLOGÍA Y LO COTIDIANO: LA COMUNICACIÓN. Universitas Humanitas N° 33

Halliday, M.A.K. EL LENGUAJE COMO SEMIÓTICA SOCIAL: LA INTERPRETACIÓN SOCIAL DEL LENGUAJE Y DEL SIGNIFICADO. Fondo de Cultura Económica. Pp 18

Durkheim, Emile. LAS REGLAS DEL MÉTODO SOCIOLÓGICO. 1988. Fondo de Cultura Económica. México. Pp 40 y 41.

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